Más me atrevo a ser egoísta. Cierto. No existe. Eléctrico y con una fuerza que engancha, placentera hasta la saciedad. De lejos conmueve, relaja y encanto se queda corto. Avanza lentamente y ni suelo ni cielo. Crea tensión. Tensión que desgarra con las uñas un latido del corazón, o dos, o infinito. Ni te dejas pensar ni te dejas llevar, es más, no sabes si es sueño o realidad. Pero eso da igual, las ganas de morder un corazón son fuertes, oníricas o no, pero fuertes.
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